La violencia ha sido una constante en la historia de la humanidad, hasta el punto de que el filósofo griego Platón, en el siglo IV a. C., consideraba el concepto de la Paz como una circunstancia excepcional entre la violenta normalidad. Esta violencia, que podía abarcar todos los aspectos de la sociedad y de la vida cotidiana, acababa por manifestarse en grandes estallidos de disputas y de enfrentamientos bélicos. También había una violencia vinculada a los ritos y creencias, que se manifestaba en forma de sacrificios humanos. Además de las armas, el registro arqueológico ha conservado abundantes muestras de actos violentos: cuerpos enteros o partes del cuerpo y esqueletos de las víctimas con evidentes signos de heridas y lesiones.
La guerra ha sido uno de los grandes motores tecnológicos a lo largo de la historia. El armamento es uno de los elementos más frecuentes en los yacimientos arqueológicos, aunque a veces puede costar diferenciar lo que es especialmente bélico de lo que puede ser una herramienta de caza o simplemente un símbolo de prestigio.