De dónde venimos, a dónde vamos…
Los humanos nos planteamos el origen de la vida desde diversas perspectivas, que en sus inicios tuvieron un cariz especialmente mítico y religioso, pero que, con la aparición de la filosofía, han ido derivando hacia explicaciones de orden científico. Por otra parte, la especie humana ha demostrado una gran capacidad de adaptación, de síntesis, de creación, de conciencia o de comunicación mediante el lenguaje, que nos ha llevado a un grado de tecnificación capaz de llegar hasta metas inimaginables. La inteligencia nos ha permitido una nueva forma de adaptación mediante la cultura, que es mucho más rápida que la adaptación biológica. Las diferentes sociedades y culturas han seguido caminos distintos a la hora de crear un relato en torno a la organización de la existencia y la relación con el entorno que la rodeaba.
La conciencia de que la vida tenía un inicio y un final ha estado y sigue aún presente en los seres humanos; y este hecho ha condicionado la relación que estos han establecido con su entorno. Cielo, tierra, montañas, ríos y mares, animales y plantas han sido recreados y asignados a un conjunto de rituales, creencias y divinidades más o menos complejos.
La manera de enfrentarse a la muerte y, sobre todo, a lo que ocurre después de ella ha sido uno de los elementos clave abordados por toda forma religiosa. De este modo, se da respuesta a los temores y las cuestiones esenciales, a la vez que se cohesionan las necesidades espirituales de una comunidad, lo cual la fortalece. Por otro lado, la creencia en el más allá, en la vida después de la muerte, el culto a los muertos han sido poderosas herramientas de control al servicio del poder.
El actual Museo de Arqueología de Cataluña en Girona, heredero del antiguo Museo de Sant Pere de Galligants, custodia las colecciones arqueológicas más importantes de las comarcas de Girona. A través de los objetos, la exposición nos ha hecho transitar desde el origen de la vida hasta el momento de la muerte, del paleolítico a la época visigótica, por una cuarentena de yacimientos arqueológicos de este territorio. Un recorrido único, no solo por la experiencia compartida, sino también por la emoción del descubrimiento de los emplazamientos más importantes de la arqueología gerundense (tanto terrestre como subacuática), que nos incitan a pasear y disfrutar de los parajes que son una fuente de conocimiento de nuestro pasado histórico.
